Se trata de un videojuego que combina mecánicas de shooter con elementos de los títulos de estrategia.
Desintegrar al enemigo es uno de los objetivos de Disintegration, un videojuego publicado por Private Division y desarrollado por V1 Interactive. Este shooter de ciencia ficción ideado por Marcus Lehto, uno de los creadores de la saga Halo, destaca por la mezcla que hace de las mecánicas de estrategia y de disparos en primera persona.
Un planeta que muere
Disintegration abraza el género de la ciencia ficción y propone un mundo devastado por el hambre y la escasez de recursos. El reloj mueve sus agujas con un tic tac agónico que señala que el fin está próximo, pero no solo el de la humanidad, sino también el del propio planeta. Ante esa situación, el ser humano ha desarrollado una tecnología que les permite sobrevivir, pero no todos están de acuerdo con esa línea de pensamiento. Consiste en transplantar cerebros humanos a cuerpos robóticos, y aunque al principio era una actividad voluntaria, al final se produjo un alzamiento militar que hizo zozobrar los cimientos de la sociedad.
Según Lehto, en Disintegration quería crear “una narrativa cautivadora” basándose en mecánicas que no había utilizado con anterioridad. “Llevo en mi ADN crear personajes carismáticos y universos ricos que van más allá de la experiencia que ofrece el típico shooter en primera persona”, comentó en nota de prensa.
Disintegration se anunció con fuerza. Tener detrás de sí a Marcus Lehto, uno de los cocreadores de Halo, y salir en portada de la Edge como anuncio en exclusiva, da para prestarle atención. Se mostró por primera vez durante el año pasado, pudimos probarlo en la Gamescom y tuvimos beta hace algunas semanas. ¿El resultado? Una propuesta diferente, que intenta mezclar el género del shooter en primera persona con la estrategia en tiempo real y que acaba fallando en no destacar respecto todo lo que propone. Analizamos la campaña a la espera de poder probar el multijugador y valorar definitivamente lo nuevo de Lehto.
Romer es el protagonista de esta aventura, que se ubica 150 años en el futuro donde la sobrepoblación, el cambio climático y una pandemia general han dejado a los humanos al borde de la extinción. La solución pasa por poder implantar el cerebro humano en cuerpos robóticos en una integración que permite mantenerlos con vida, pero este tiene un alto coste. Los Rayonne, una facción armada, quieren que la tecnología tenga más presencia en esta integración, mientras que un pequeño reducto de humanos rebeldes quiere impedirlo. No a la lobotomización. No a los robots. Este contexto, y un arranque totalmente caótico donde no se entiende nada, sirven de pretexto para ponernos a los mandos de Romer, que controlando un Gravicículo, una especie de moto voladora, intentará con otros rebeldes acabar con los enemigos.
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